top of page
alejandrosandovalfontana.jpg

Alejandro Pedro Sandoval Fontana
Nieto restituido por las Abuelas de Plaza de Mayo

Alejandro jamás dudó de su identidad hasta 2004, cuando se enfrentó con la posibilidad de ser hijo de desaparecidos. Finalmente, el 14 de julio del 2006 recuperó su identidad gracias a la incansable tarea de las Abuelas de Plaza de Mayo. Es el nieto restituido N° 84. Es hijo de Pedro Sandoval y Liliana Fontana y se sabe que nació el 28 de diciembre de 1977 en el Centro de Clandestino de Detención Campo de Mayo. Sólo pudo compartir tres meses con su madre y luego fue apropiado por el Jefe de Gendarmería, Víctor Rei, quien lo anotó como hijo propio nacido el 14 de abril de 1978.

La mamá de Alejandro, Liliana, tenía 20 años cuando fue secuestrada. Había nacido en Viale, Entre Ríos, era estudiante de peluquería y estaba embarazada de dos meses y medio. Pedro, su padre, era oriundo de Nogoyá, Corrientes, tenía 33 años y era albañil. Ambos tenían un importante compromiso militante.

Liliana Fontana y Pedro Sandoval fueron secuestrados el 1º de julio de 1977, mientras se encontraban en la casa de los padres de Liliana en Caseros, provincia de Buenos Aires. Testimonios de sobrevivientes relatan que fueron vistos en el centro clandestino de detención “Club Atlético”, y que Liliana fue sacada de allí al momento de dar a luz. Liliana y Pedro aún permanecen desaparecidos.

Sobre la importancia y el valor de haber recuperado su identidad, Alejandro expresa: “Nosotros tenemos una identidad comunitaria. Vamos todos recuperando esa identidad... vamos recuperando el derecho de estar libres por la calle sabiendo quién es quién”.

“La verdad te libera de todo… pero hay que hacerse cargo de la cosas para liberarse. Cuando te vas enterando, vas viendo todas las realidades. La identidad de uno, está comprobado, que se va formando con el día a día. Pero al tener toda la información, toda la verdad, es ahí donde uno puede optar dónde dejar y dónde actuar, quedarte de un lado o del otro”. (Alejandro Sandoval)

 

LA HISTORIA DE ALEJANDRO

Alejandro es hijo de Pedro Sandoval y Liliana Fontana. Fue secuestrado cuando se encontraba en el vientre de su madre, el 1º de Julio de 1977. Sólo pudo compartir tres meses con ella. A partir de ese momento, le fue robada su identidad y fue entregado a la familia de un militar: el Jefe de Gendarmería Víctor Enrique Rei, quien lo anotó como hijo propio.

A la mañana del 1 julio secuestran a mi tío. A la tarde, a mi papá y, porque mi mamá les dijo que quería darle un beso de despedida, se la llevan también a ella. Mi mamá tenía dos meses de embarazo en ese momento. La trasladan a Campo de Mayo. Y ahí nací yo. Me tuvieron con mi vieja tres meses porque mis apropiadores querían un bebé más grande. Le gustaban los bebés cuando ya estaban grandecitos. El 5 de abril el hijo de mis apropiadores cumplía catorce años y yo fui su ‘regalo de cumpleaños’. Eso me marcó toda la vida.

A pesar de que reconocerse como hijo de desparecidos fue difícil para Alejandro, con el tiempo pudo hacerlo y darse cuenta de que lo que sus apropiadores hicieron con él, era un delito. Actualmente su apropiador se encuentra detenido por esta causa.

Mi apropiador no fue un ‘4 de copas’ en lo que fue la dictadura militar. Esta persona fue a la Escuela de las Américas, fue condecorado con altos honores. Hoy por hoy estando detenido, es considerado un soldado norteamericano.

Alejandro recuperó su identidad en el año 2006, después de haberse negado a realizar el examen de ADN y alterar las pruebas. Allí cambió completamente su vida.

Y después en el 2004, fue como golpearme contra una pared en la que me dijeron ‘vos no sos quién sos’.  Yo no tenía dudas de nada. Era como verme a mí mismo. Con mi familia teníamos rasgos muy parecidos. Y entonces ahí es cuando la justicia llega y te da ese golpe.

Con el tiempo, supo que las Abuelas lo estaban buscando desde muy pequeño, pero nunca pudieron encontrarse con él.

En el año 2004, comenzó el tema de saber mi identidad. Las Abuelas me venían buscando ya desde el año ‘85. Yo tenía ocho o nueve años y se me acercó una señora a la puerta de mi casa mientras estaba jugando a la pelota. Vino y me dijo: ‘Subí, que soy tu abuela’. Yo la agarré, la miré y le dije: ‘No tengo abuela’. Entré a mi casa y les conté lo que me había pasado y ahí me armaron toda una historieta sobre eso que dicen todos los padres que cuando alguien extraño te habla te tenés que alejar. Y le agregaron la connotación de que en esa época se estaban robando chicos por la venta de órganos a lo que sumaron que desde hacía un tiempo habían puesto ambulancias en las puertas de los colegios. Con el tiempo me di cuenta de que todo era una mentira, un invento de ellos para que las Abuelas no nos encontraran a nosotros.  A partir de ahí, en el año 2004, la justicia vino a contarme la historia, a contarme la verdad y se tardó dos años en sacar la muestra de mi sangre. Y el 14 de julio del 2006 la justicia me dice quién era mi familia realmente. A partir de ese momento empecé a armar ese vínculo con mi verdadera familia.

Para Alejandro fue necesario que la Justicia interviniera. Con su injerencia, Alejandro pudo enfrentarse a su apropiador y comenzar a vivir su vida como hijo de Pedro Sandoval y Liliana Fontana.

En el año 2009, hubo un juicio y eso fue la bisagra para saber el 100 por ciento de quién era yo. El juicio terminó un 27 de abril. A la semana siguiente, yo fui a ver a mi apropiador al penal de Marcos Paz para encararlo y saber la verdad. Cuando vos vas a un penal te ponen en un sector, en un salón para esperarlo. Cuando está entrando en el salón empieza a gritar que por mi culpa él estaba ahí.  Entonces yo me paro y le digo: ‘Disculpáme, ¿cómo que por mi culpa vos estás acá? Que yo sepa nacer no es un delito. Lo que vos hiciste es un delito’.  Y él se queda duro, perplejo aceptando lo que yo decía. Y entonces al ver que no me decía nada me di vuelta y me fui. Me di cuenta de que nunca me diría la verdad.

Como dice Alejandro, el juicio fue un punto de inflexión en la aceptación de su verdad. Fue ahí cuando pudo comenzar a tomar distancia de su pasado e iniciar el camino para la reconstrucción de su propia identidad.

Siempre hago una comparación que puede ser morbosa. Uno cuando va y compra un perro lo quiere. Le compra comida, lo saca a pasear. Pero ¿qué pasa cuando te muerde? Pasa a ser lo peor. Pasás a odiarlo. Y tenés dos opciones. Una es dejarlo en el campo o llevarlo a la veterinaria y que lo maten. A mí me pasó eso. Cuando yo fui a verlo, lo mordí. Porque yo al principio lo apoyé. En el juicio lo apoyé. Y después lo mordí. Y ahí es cuando él se enoja conmigo y me dice que por mi culpa él estaba ahí.

Yo siempre cuento que uno puede escuchar al otro. Te pueden contar muchas historias. Pero siempre uno tiene que estar capacitado para escuchar al otro. Pero si uno no tiene ganas simplemente no escucha. A mí me pasaba eso. Las Abuelas, mis tíos me contaban las historias y yo hacía oídos sordos y simplemente hacía eso: ponía la cara pero no escuchaba. Por eso, en el 2009 cuando empieza el juicio, no sé si estaba preparado, pero yo sabía que mi apropiador no podía mentir. Uno corre la suerte de quedar preso por omitir o falsear información. Entonces ahí cuando empecé a hablar de las cosas que pasaban, empecé a comprender todo lo que hacían las Abuelas, su lucha. Y ahí fue cuando pensé: ‘Bueno, tengo que cerrar esta puerta para abrir las otras que tengo por delante’. Y así fue como fui reconstruyendo mi identidad.

 

EL ENCUENTRO CON SU FAMILIA

Al principio, Alejandro apoyó el accionar de sus apropiadores. Pero con el tiempo, al descubrir su historia y la de sus padres, decidió reencontrarse con su familia.

Uno se va formando. Cuando pasás por algo como lo que nos pasó a nosotros, vos no te olvidás de lo que viviste. Porque eso que vos viviste es parte de tu identidad. Lo que te fortalece es saber la verdad, es poder tomar una elección.  Yo, por ejemplo, tomé la decisión de estar con mi familia biológica. Por una causa natural, quiero estar con mi familia. Pero también quise, en un momento, tener un vínculo con la gente que a mí me apropió. Pero uno decía, si me peleo qué es lo que consigo: nada. No quería discutir porque no podía llegar al fondo de la historia. Saber de alguna forma el por qué. Ustedes si algún día tienen ganas pueden ir y buscar el juicio y van a ver que mi apropiador lo primero que hace es compararme a mí con un chico en Vietnam.  Y ahí me di cuenta de que me estaba contando que yo no era su hijo biológico.

Después de estar tantos años con una familia que no era la tuya: ¿qué se sintió encontrar a tu familia biológica?

Yo lo que puedo decir es que lo que uno recibe emocionalmente es un baldazo de agua fría. Y no en verano, en invierno… Imaginate que pensabas que tu viejo es tu viejo y te dicen que no lo es.  Es un proceso de adaptación. Hay un nieto que tardó diez años en comprender lo que estaba pasando, de la aceptación a su verdadera familia. Más aún cuando uno tuvo una buena vida, la vida que cualquier chico desea con una mamá, un papá, una buena educación. Vivir en un cuna de oro y que de golpe y porrazo te digan éste no sos vos... Y te encontrás con la otra polaridad, que es una familia que perdió todo, que está destruida emocionalmente... Y cuando uno se da cuenta de todo eso, tenés que reconstruir, primero tu persona, tu verdadera historia y encima apoyarte en tu familia y que tu familia también se apoye en vos. Los juicios te ayudan a ver lo que vos querés ver. Por eso, son emociones muy diversas. Un día estás contento y otro triste, un día amás y otro odiás a todo el mundo...La realidad es un baldazo, a veces para bien y a veces no tanto.

Alejandro destaca la importancia de saber la verdad. Ella nos permite decidir. A él en particular la verdad le sirvió para elegir qué vida llevar:

La verdad te libera de todo… pero hay que hacerse cargo de la cosas para liberarse. Cuando te vas enterando, vas viendo todas las realidades. La identidad de uno, está comprobado, que se va formando con el día a día. No voy a negar mis veinticuatro años. No voy a negar haberlos vivido donde los viví. A partir de los veintiséis, ya casi veintiocho años al tener toda la información, toda la verdad, es ahí donde uno puede optar dónde dejar y dónde actuar, quedarte de un lado o del otro.

Alejandro considera muy valiosa la lucha de las Madres y las Abuelas de Plaza de Mayo. Valora especialmente el hecho de que ellas nunca hayan intentado hacer justicia por mano propia.

Yo siempre explico que las Abuelas por más de 30 años salieron a buscar la verdad. Y una cosa fundamental: siempre llegando a la verdad por medio de la justicia, por la justicia en sí. No por mano propia. Porque a pesar de lo que les pasó a las Abuelas, jamás uno va a escuchar a una Abuela decir: ‘Hay que salir a buscar justicia por mano propia’. Es más, en muchas ocasiones las habrán visto a las Abuelas caminar al lado de un represor y no han hecho nada. Siempre mantuvieron su lucha para llegar a la justicia por la herramienta que es la justicia en sí. Y cuesta, está clarísimo, pero les va llegando.

Como todos los nietos restituidos, Alejandro destaca el esfuerzo y el valor de las Abuelas.

Las Abuelas son muy diferentes. Diferentes mujeres de distintas clases sociales, de diferentes pensamientos, unidas por una sola causa.  Ya llevan más de 30 años juntas y luchando.  Las quisieron difamar y hacer muchas cosas, pero la fuerza de esa unión las protegió. Eso es lo que tenemos que empezar a ver en el otro. Que hay diferentes credos, diferentes pensamientos, pero cuando tenemos una causa en común hay que dejar eso de lado e ir todos juntos.

¿Cuál era el supuesto fin de la apropiación de bebés?

Hoy por hoy se está haciendo un juicio para encontrar cuál es la finalidad del hecho. Yo te puedo decir mi experiencia: por un lado, ellos pensaban que ‘el hijo de un guerrillero iba a ser guerrillero’. Pero eso era obviamente ridículo porque los hijos no tenemos por qué hacer lo mismo que los padres. Otra razón era para tapar una necesidad: había mujeres que no podían tener hijos y por eso nos apropiaban. En mi caso, cuando yo llego, el hijo de ellos tenía catorce años. Pero como ella tenía problemas de tiroides no podía tener más hijos. Y vieron que llevarme a mí era la manera más cómoda de tener otro hijo.

 

ALEJANDRO HOY

Alejandro destaca la importancia de recordar. Y eso hace que la sociedad esté cada vez más unida en la lucha por la Verdad y la Justicia.

Es muy importante la marcha del 24 de marzo, no sólo por la Memoria. Sino porque se sumó todo un pueblo.  Yo me acuerdo que me decían que es un día del dolor pero para mí es un día de fiesta porque hay que festejar, hoy por hoy, que un 24 de marzo de 2011 no está pasando lo que pasó el 24 de marzo de 1976. Por lo tanto, para mí todos los 24 de marzo son una fiesta. Creo que se ve eso hoy. Hay estudiantes, hay familias, hay banderas políticas diversas.  Están todos juntos con un solo fin: conmemorar esa fecha para que no vuelva a pasar Nunca Más. Eso explica la madurez de la sociedad. Después puede haber miles de batallas y peleas, pero lo importante es que en momentos puntuales la sociedad está unida. A veces te van a golpear mucho y a veces no. La unión hace la fuerza. Cuando hay fuerza no te van golpear nunca. Yo no digo justicia por mano propia. Digo Justicia por la Verdad.

En relación a los reclamos de los estudiantes, Alejandro rescata la importancia de los jóvenes de hoy por defender sus ideas.

Para mí es un honor acompañar a los estudiantes en sus reclamos y manifestaciones. Porque yo los veo a ustedes y veo a mis viejos: pidiendo por sus derechos y reclamando. El que ustedes estén juntos ya los hace invencibles.

Alejandro ve en la escuela un lugar donde trabajar por la memoria. Destaca la importancia de desarrollar la temática de la historia argentina en las escuelas como parte de la construcción de la misma.

La escuela es el ámbito adecuado en donde vos debés apropiarte de conocimientos, es el lugar donde vas a reconstruir la historia con tu docente precisamente de los testimonios de los que vivieron eso. Te van a permitir a vos reconstruirlo. Esta forma también es muy válida.

Con el juicio a mis apropiadores yo pude comprender todo lo que estaba pasando. Porque hay una realidad, yo no tuve la suerte que tienen ustedes, de poder estudiar este tema de la Dictadura. Con lo que respecta a la historia yo fui totalmente analfabeto.  Porque cuando uno está en la primaria estudia todo lo que tiene que ver con las fechas patrias, cuando entrás en la secundaria vas profundizando temas y vas viendo qué es lo que va pasando. Después queda en uno profundizar ese tema o dejar que pase de largo. En mi caso llegamos a segundo año y nos tocaba historia argentina y nos dijeron que hubo un golpe de Estado. Luego que en 1983 llegó la democracia y se acabó. Yo llegaba a mi casa y decía: ‘Mamá, papá: ¿Qué es lo que pasó en el golpe?’. A mí lo que me dijeron es que la Fuerzas Militares, o sea ellos, tomaron el poder, por un descontento del pueblo y el pueblo se puso contento cuando tomaron el gobierno porque había que reorganizar el Estado. Y después, en el año 1983, cuando vimos que el gobierno ya estaba organizado, volvimos a otorgar el mandato, devolviendo la democracia con los votos.

Ése era el ‘cuentito’ que me contaban y como para mí era mi papá el que me lo decía, yo no preguntaba más.

Por eso, es muy importante la escuela: si el docente es bueno te va a poder guiar en esa inquietud para que vos la resuelvas. Porque lo importante es que cada uno encuentre sus respuestas. Y a mí lo que me pasaba era que cuando preguntaba no me daban la opción para indagar nada, para resolver nada. Y otra de las ventajas que hay en esta época es que hay otros medios de comunicación que antes no existían.  Cuando empezó a existir internet, el acceso que hay ahora no estaba. Antes, si yo googleaba y ponía Abuelas de Plaza de Mayo, te puedo asegurar que en el 91, 92 no salía nada.

 

PALABRAS FINALES

Alejandro destaca el compromiso de los jóvenes en la búsqueda de la Memoria, la Verdad y la Justicia.

Con el apoyo de ustedes podemos hacer muchísimo. Porque lo que ustedes hacen es fundamental: el tema de escucharnos, el de buscar información, de saber lo que pasó, hacer preguntas para saber un poco más sobre el tema, eso ayuda. Nosotros somos los que decimos gracias porque nos invitan a hacer estas charlas que nos ayudan a pensar y a crecer a todos.

alejandrosandoval1.jpg
alejandrosandoval2.jpg
bottom of page