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El maestro que elevó la vara

“Fue un maestro muy singular, distinto a los otros que tuvimos durante el resto de los años de la primaria”, contó Carolina sobre Claudio Altamirano, quien fuera su docente de 4° grado. Ella y otros ex compañeros se reunieron el viernes 9 para celebrar el 80° aniversario de la escuela Reverendo Agustín Padre Nores, en un festejo que congregó a egresados de diversas promociones y también a algunos docentes invitados por los mismos jóvenes. Uno de ellos fue Claudio, quien ingresó a la escuela en 1988 y debutó con el grado de Carolina. Aquel año lectivo comenzó con un paro docente de 37 días hábiles y la histórica Marcha Blanca, por eso, en su primera reunión con los padres, les comunicó que pertenecía a un sindicato y era delegado, por lo tanto adhería al paro.

 Pero a pesar de que aquel año fue más corto, los ex alumnos conservan la impronta que les dejó su maestro durante los meses de clases. “Hace un mes hicimos una reunión con más de 20 ex compañeros y todos nos acordábamos de él”, contó Carolina. “Era un maestro particular”, agrega Diego.

“Nos divertíamos y la pasábamos bien en clase, por eso íbamos a la escuela con ganas”, comenta Viviana y todos asienten. “Hoy por hoy es difícil encontrar maestros que trabajen de esta forma”, agrega Diego. La unión, grupal y el valor de los amigos eran ejes centrales: si había algún conflicto se ubicaban los bancos en círculo y se debatía el problema.

Fuera del aula, la educación continuaba. Una tarde fueron al cine a ver “La deuda interna”, un contenido que pocos docentes habrían añadido a la currícula. “Elevó mucho la vara y nos hizo ganar confianza en nosotros mismos”, reconoce Diego. Una película que los marcó fue “La noche de los lápices”. La habían transmitido en la televisión y muchos chicos la habían mirado, pese a su corta edad. Llegaron a la escuela muy movilizados y eso generó que pasaran toda una semana hablando sobre la dictadura, un tema que para algunos de los compañeros resultaba conocido, porque en sus casas se tocaba, mientras que para otros esas charlas en el aula fueron casi un despertar a una realidad desconocida sobre el pasado reciente de su propio país.

“También trabajábamos bastante sobre los derechos de los niños”, recuerda Viviana, y entonces el grupo parece volver a aquel lejano año ’88, cuando leyeron una colección de libros que había llevado a clase Viviana que tocaban el tema de los derechos de los niños, explicado para chicos. También recuerdan que utilizaban materiales periodísticos, como la revista infantil Humi, de Ediciones de la Flor, y algunas colecciones de Página/12. Del mismo modo, leían diferentes diarios y comentaban las noticias en clase.

“Nos conmueve verlo hoy a Claudio y darnos cuenta de que siguió siendo consecuente con sus ideas todos estos años; ideas con las que hoy trabaja ya no dentro de un aula, sino en el Ministerio de Educación de la Ciudad”, reflexiona Carolina. “Vemos que siempre siguió un objetivo desde el lugar que ocupara, como docente o ahora, frente al Programa Educación y Memoria”, reconoce Diego.

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